¡Y MIS OJOS, TAN CIEGOS…!
¡Cómo puedo decir que
soy cristiano
si no asumo el dolor,
que Tú has sufrido,
al querer que yo
fuese redimido
por tu amor…, ese
amor que yo profano!
¡Si no olvido la
ofensa de mi hermano,
cuando pide perdón,
arrepentido,
ni comprendo el error
que ha cometido…
cómo puedo llamarme
buen cristiano!
Caminar junto a Ti,
¡cuánto quisiera…!
y llevar yo la Cruz, para ayudarte
a que fuese su carga
más ligera…
Mas mi amor,
insensible al contemplarte,
¡y mis ojos, tan
ciegos…!, de manera,
que no ven esa Cruz
para adorarte.
A.
Carrascosa
Torrenueva 21-04 2011
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