AL PESCADOR

AL PESCADOR
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La necesidad te obliga
a buscar sustento diario
para toda tu familia,
yendo a pescar cada día
a un caladero lejano,
con la mar en calma
o con la mar bravía,
por un humilde salario.

Vives con toda dureza
tu oficio de pescador,
sin conocer el descanso,
sin asomo de tristeza,
sin temor ni desánimo.

Y cuando sales de pesca
al mar, en barco pequeño,
con las velas al viento,
va sólo en tu pensamiento
un bello y hermoso sueño:
“La esposa e hijos que quedan,
los que con ansia me esperan…”

¡Ellos juntos, por ti elevan
al cielo una oración…!
Piden todos, con amor,
para que la Virgen, siempre,
proteja a su pescador:

“No le olvides, ¡ Madre mía!
protégele con tu manto,
sé en la tormenta su guía
y líbrale del naufragio.


A.Carrascosa.

16- 02-2002.